vendredi 2 mai 2014



Básicamente, la realidad global abarcada por las propuestas poéticas de Luis Del Río Donoso permite deslindar tres subconjuntos, intrínsecamente relacionados. Uno es el mundo interior del poeta –reino de su sensibilidad—, que no se ofrece como compartimiento estanco, herméticamente cerrado a las modificaciones que le imprimen los otros dos campos de la realidad, sino que, por el contrario, se nutre y evoluciona al contacto con las otras porciones de la realidad.



El segundo subconjunto es el mundo de los otros, la otredad visible y la intuida, dotada de lazos y nexos con la sensibilidad del autor y territorio de continuo desciframiento. La otredad en la obra de Luis Del Río Donoso no es una entelequia ni una construcción de sus sueños, sus ideas y su sensibilidad: el autor le reconoce vida y autonomía propias, la acepta en su condición de tan real como su mundo interior. También la entiende como territorio para el desciframiento, de igual manera que al tercer universo donde, tanto la otredad como su interioridad participan, luchan, se interrelacionan y se contradicen o confluyen. Este tercer reino es la historia, donde las relaciones humanas también se tornan (o directamente se evidencian como) relaciones políticas.

La historia, en la obra de Del Río Donoso, no es estática ni una región abstracta, falsificada por los diversos discursos, una suerte de escenografía más o menos convincente. Se trata de una historia dinámica, sujeta a cambios y transformaciones constantes, rasgos de identidad que también caracterizan a los dos mundos antes señalados, la interioridad y la otredad. Es una historia viva y poderosa, donde todos se relacionan y donde, además, tienen asentamiento y campo de acción las injusticias, el horror que depara la época, la incertidumbre constante, los crímenes factibles, el vaciamiento de sentidos, el dolor, la desgracia, el espanto ante las causas, y los efectos políticos, sociales y económicos que éstas deparan para el individuo y para los demás.

 Esta historia dinámica, que se relaciona dialécticamente con el individuo autor y la otredad, nada tiene que ver con la diseñada por Hegel ni Del Río Donoso es el hombre hegeliano, flotante en una abstracción tranquilizante, entendida como la culminación de lo posible; tampoco es una historia señalada como el final de toda utopía. Es una historia donde —pese al dolor ante el recuerdo del pasado y la zozobra que puede deparar el futuro bien próximo— el autor exhibe las fuerzas y las capacidades necesarias para modificarla, como inherentes a sí mismo y a todos los otros hombres. Se trasluce una vena existencialista marcada en el torrente vital que anima la obra de Del Río Donoso, mas no se trata del existencialismo kirkergaardiano, donde “la salvación” sólo puede ser proporcionada por una “gracia” sobrenatural, sino definitivamente cercana al existencialismo sartreano, que no sólo acepta la existencia como una realidad, sino como un compromiso ineludible de modificar todos aquellos aspectos de la realidad adversos al destino del hombre, que es —definitivamente— la libertad.

Se comprende, entonces, que la poesía de Luis Del Río Donoso no caiga nunca en la fácil manera de “hermosear” lo real, descartando lo no estético y obviando lo negativo, ni que acceda a referirse exclusivamente al mundo interior del poeta, como si sólo éste existiera, en desmedro de los otros dos que Del Río Donoso acepta y reconoce: el de la otredad y el histórico.

Muy por el contrario: la poesía de este autor es fundamentalmente un instrumento diseñado para indagar, aprehender, traducir los elementos que conforman esos tres mundos aludidos, y hasta comprender las complejísimas interrelaciones que se establecen entre su interioridad, la otredad y la historia, proyectando ese conocimiento adquirido en el terreno de la palabra.

Es la poesía, para Del Río Donoso, origen de sabiduría y arma de modificación, pues bien conoce la capacidad del texto para transformar al lector, al menos, tanto como el lector transforma al texto con su lectura.

Así, avanza el autor hacia la creación de un cuarto mundo, el de su poética, nutrido y sostenido por tener las raíces bien hundidas en los tres universos antes señalados. No es tarea fácil, desde luego, pero la lectura atenta de su “Antología Poética” permite advertir que la maestría con la que Del Río Donoso maneja un amplio arsenal de recursos literarios posibilita arribar muy claramente al objetivo fijado.

Como bien dice el poeta: “Quizás una parte de la sabiduría esté en aceptar nuestras contradicciones y evoluciones, porque sólo si aceptamos la realidad real podremos rechazarla para inventar, en su lugar, otra realidad que nos conduzca a cierto equilibrio de vida. Pero, ¿cómo construir lo que parece incierto? Simplemente por la conjunción del sueño y una nueva realidad propuesta que forma parte de nuestros ideales”. Este rechazo posterior a la aceptación —y una aceptación que rechaza es otra formulación de un oxímoron— es la clave misma de la estrategia poética del autor, quien conoce muy bien que comprender es dominar y que se necesita poder (poder poético, en su caso) para transformar, tanto las relaciones establecidas con su misma interioridad, como las vinculantes con la otredad, la historia y el factible lector.

Este último advertirá, al recorrer la ajustada selección de la “Antología Poética”, que abarca tres poemarios del autor, ciertas constantes que son muy propias de la poesía de Luis Del Río Donoso y otras que escapan a la mediana capacidad de quien escribe este breve comentario. Algunas de ellas son: a) la poderosa concisión que anima sus versos, bien estructurados y cerrados sobre el significado, sin enamoramientos de imágenes y metáforas superfluas que, fuera de su valor meramente estético, empañan casi siempre el sentido final de poemas que tienen otra factura; en Del Río Donoso, imágenes y metáforas, así como cualquier otro de los recursos que emplea, son definitivamente funcionales al eje de sentido que guía el poema; b) el empleo de los iconos culturales pregnantes (las referencias culturales) en función de lo mismo anterior, sin cultismos porque sí, sino como reforzamiento del sentido, al mostrar en la historia cultural ejemplos, parábolas y semejanzas, asimilables a la actualidad de su interioridad, la otredad o la historia presente; c) el uso –en general— de un lenguaje aparentemente llano y directo, engañoso recurso que esconde una muy compleja construcción que ha sido pacientemente depurada, con una labor de taracea que no atiende a decorar, sino a limpiar de exceso y de futilidad lo que se quiere sea un verso contundente y preciso.

Por no abundar: un libro necesario, hoy, para entender uno de los mejores rumbos de la poesía contemporánea. En un tiempo de zozobras, una poesía que no vacila.

Buenos Aires, diciembre de 2011



Luis del Río Donoso nació en Santiago de Chile, 1944. Sus primeras metáforas provienen del universo de los barrios populares en Santiago. Después del golpe de Estado del General Pinochet se exilia en Venezuela (1977), donde reside siete años. En Caracas, Ediciones Formateca edita sus primeros poemarios, Para ti, mujer y Caminos del viento. Desde 1984, vive en París. Aprende el idioma, obtiene un Doctorado en Historia y un Máster en Literatura, en la Universidad de la Sorbona. Desde 1986, crea y dirige la revista bilingüe La Puerta de los Poetas. Ediciones La Puerta edita sus poemarios Poemas de amor para escribir un bolero (1990), Huellas (1991) y Miradas en el espejo del otro(1994). Ediciones Indigo edita El tallador de sueños, París, 1999; Antología Poética presentada en el XXI Salón del Libro de París (Marzo 2001). Sus textos aparecen en Escrituras latinoamericanas de fin de siglo en París, Ediciones Vericuetos 14, París, 1998; Lejos del origen, Linajes Ediciones, México, 2001;Antología Franco-latinoamericana, Ediciones La Puerta/New Legend, París, 1999;El París Latinoamericano, Antología de escritores latinoamericanos en París(bilingüe), Ediciones Indigo, París, 2006. En enero 2008, publica El exilio de la Cigüeña (poemario)Ediciones Les 4 Saisons, París y la versión española, Ediciones Solman de Ciudad Real, España. Es editor, conferenciante y desarrolla proyectos multiculturales en Francia, Europa y América Latina.

ACERCA DEL AUTOR


Luis Benítez, Buenos Aires, 1956. Poeta, narrador, ensayista y dramaturgo argentino. Miembro de la Academia Capítulo de New York (Columbia University); de la World Poets Society (Grecia); de la International Society of Writers (EE.UU.); del Advisory Board de World Poetry Press (India), Miembro Honorario del IFLAC (International Forum for a Literature and a Culture of Peace) y de la Sociedad de Escritoras y Escritores de Argentina. Publicó 15 libros de poesía, narrativa, ensayo y teatro en Argentina, Chile, España, EE.UU., México, Uruguay y Venezuela. Su obra recibió el Premio Bienal de la Poesía Argentina (Buenos Aires, 1991); el Premio de Poesía de la Fundación Amalia Lacroze de Fortabat (Buenos Aires, 1996); el Premio Internacional de Ficción (Uruguay, 1996); el Primo Premio Tusculorum di Poesia (Italia, 1996), el accésit del 10me. Concours International de Poésie (Paris, 2003) y el I Premio Internacional “Macedonio Palomino” (México, 2007).



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